miércoles, 9 de junio de 2010

La leyenda de la luna


Cuenta una leyenda que una noche se fue la luna de puntillas y no
regresó. Acostumbrados a verla, no levantaban nunca la cabeza y una de esas
noches se fue, vestida de luna nueva, harta ya de bailar en los cielos para
que nadie la viera. Cuando quisieron darse cuenta solo descubrieron entre
las estrellas enormes telarañas de ausencia.

Sin la luna, se escondieron los duendes y las ninfas se aletargaron en
sus lagos; los lobos dejaron de aullar al viento y se quedaron solo en
lobos; y los hombres, solo en hombres. Sin la luna los sueños bostezaron
largamente y los niños se durmieron sin poder despertar, asustados de vivir
sin la compañía de los sueños, en soledad.

Se convocaron cónclaves, concilios y conferencias. Enviaron a los más
intrépidos a buscarla entre altos mares y los más fuertes levantaron hasta
la última piedra por si se hubiera escondido debajo. Los más sabios buscaron
en los libros y los viejos en todos y cada uno de sus recuerdos, pero la
luna no estaba por mucho que la buscaran. Preguntaron a los ricos, a los
pobres, a los reyes, incluso a los dioses preguntaron, pero la luna nunca
estaba allí dónde la buscaban.

Pasaron los días y las semanas y luego los meses y los años. Y los niños
crecían dormidos y, ¡ay! no subían ya las sirenas a la playa para peinarse
la cabellera de espuma y algas. No había sonrisas ni algarabías en los
patios y los niños, echados en sus camas, sin la compañía de sus sueños, en
soledad.

Cuenta la leyenda que los hombres, incapaces de ver por más tiempo el
vacío que dejó en los cielos, prendieron del firmamento una luna de cartón.
Por eso ahora ya no hay ninfas ni sirenas y los lobos son siempre lobos y
los hombres, hombres. Porqué la luna que hoy vemos, no es aquella que una
noche se fue de puntillas, llevándose todos los sueños, harta ya de que
nunca la vieran.

martes, 8 de junio de 2010

La luz de la luna llena ilumina mi cuerpo dormido


El ataúd esta abierto… en el se encuentra mi cuerpo dormido y en mis manos sostengo mi corazón muerto…

La luna llena alumbra mi cuerpo, pero tanto resplandor no me logra despertar… mi corazón quiere volver a palpitar, pero la noche con su frio y soledad le impide resucitar.

Dormida… porque no tengo alma, porque me la arrebataron

Corazón muerto… esperando que alguien lo resucite

¡Despiértame!

Que al abrir mis ojos volverá mi alma

¡Resucítalo!

Que al volver a palpitar podre volver a amar

¡Sácame de aquí!

Que si duro más tiempo en este ataúd… el tiempo lo cerrara y los fantasmas del ayer me enterraran bajo estos suelos secos… y tan solo quedare como la mujer dormida, la de corazón muerto…

¡No deseo terminar así!

¡Despiértame con sinceras palabras al oído!

Toma mi corazón e introdúcelo a mi pecho…

¡Ámame! Para aprender a hacerlo
Tan solo te pido que no me dejes sola en este ataúd del tiempo…

Bajo las tinieblas de una noche de luna llena


Bajo las tinieblas de una noche de luna llena

un cuervo se encuentra postrado en la lapida de un alma vieja….

su corta vida se ha convertido en noches eternas esperando que algún día logre despertar a su eterno acompañante de estas noches propias de soledad.

Ha intentado dejar el cautiverio eterno de este cementerio perdido, pero a lo lejos logra aun escuchar las plegarias del alma vieja, deseoso de algún día volver a despertar

El cuervo esta herido sus alas ya no pueden emprender un vuelo que hace tantos siglos logro, sus alas con el tiempo se han podrido, por tantas heridas aun sin curar mas sin embargo su fuerza de algún día volver a volar lo han cambiado

Una noche sin luna un extraño joven apareció en el cementerio, en busca de una lapida de un ser que hacia años no frecuentaba, mas el silencio de este frio y oscuro lugar le produjo una gran sensación terrorífica y a las vez deprimente

Tras silencios soplo un viento con un sentimiento de soledad y tristeza, y al sentir el esto, su mirada se fijo en una lapida con un cuervo postrado…

El cuervo tal parecía que fuese el custodio de esa lapida silenciosa y deprimente cautivado por el ave que no podía volar, se le acerco y al tocarlo lo sintió tan frio, como si este hubiese pasado siglos muerto, en busca de una cura para sus indefensas alas, en busca de calor, ese calor que lo pudiese mantener vivo.

El joven al acercarlo a su pecho el cuervo sintió su corazón palpitar comenzó a sentir un sentimiento de calor, que envolvió por completo su pequeño ser, algo dentro de el comenzaba a vivir

El joven le lanzo una mirada de ternura al ave indefenso y el ave al sentirla, clavo su mirada vacía en la lapida del alma viejala miro con una profunda tristeza, que tal parecía que el mundo entero estuviese invadido sobre este sentimiento tan vacio

Esa noche la luna fue testigo del llanto de los ángeles del cementerio la lluvia derramo sangre por la soledad y la tristeza que invadía al solitario cuervo, como si esta estuviese acompañando al ave en su dolor…

El cuervo miro al joven profundamente y sin decir nada, tan solo el silencio se escuchaba hablar en esa triste noche, viento soplaba como implorando ser acariciado por unas voces que jamás se volverían a escuchar

El silencio, la lluvia y el viento hablaron por el cuervo diciéndole al joven no más que un simple “gracias”…

El ave jamás podría haberse ido con el joven protector no pertenecía a ese lugar tal parecía que su vida eterna estaba a lado de la lapida, y sin importar que algún día este también moriría, decidió esperar su momento con el dolor de sus alas y con la tristeza en su corazón pero a lado de su eterna compañía, del único ser que jamás lo lastimaría porque su corazón ahora estaba sin vida

El cuervo a pesar de los siglos siguió postrado en aquella lapida vieja, esperando que algún día sus heridas pudieran ser curadas; pero aun sin llegar ese día, siguió siendo el cuervo en el cementerio, el custodio eterno

Alla donde el cielo se confunde con el mar.


Cuenta una historia que cuando el día se marchó perdiéndose en el horizonte allá en donde el cielo se confunde con el mar, salieron las estrellas a jugar al patio del Palacio Celeste. Jugaban a formar figuras caprichosas, para reírse de unos pequeños seres que se maravillaban al verlas. Pero una joven estrella se burló tanto de estas criaturas, que despertó a Destino de su milenario sueño, haciendo que la libertad de que gozaban todos en el universo cayera completamente bajo el dominio de tal cruel dictador.

Desde entonces, el Padre de todas las Cosas castigó a la joven estrella, haciendo que trabajara por siempre para esos pequeños seres de los cuales se burló, iluminándoles sus vidas cada vez que el día se marchara perdiéndose en el horizonte, allá en donde el cielo se confunde con el mar.

Bajo la luna del vampiro


Las estrellas brillaban en el cielo mientras Erika las contemplaba en la puerta de la casa. -Que hermosas son, ¿verdad?-. La voz sobresaltó a Erika. -Dime que está pasando… cuéntamelo todo… por favor… Jared…- pronunció estas palabras mientras su mirada perdida, seguía con las estrellas. El miedo inundaba cada rincón de la joven. -¿Crees en la magia?- dijo Jared. -Eso que importa…-. -Importa más de lo que tú te crees…-. Erika miró por fin a Jared y dejó a un lado las estrellas. Cuando lo hizo no pudo reprimir un grito ahogado. Jared tenía la boca cubierta de sangre. -¿De verdad quieres saber la verdad?-. -Por… supuesto…- dijo la joven. -Yo querida joven, soy un vampiro- hizo una pausa antes de continuar- y todavía no se tu nombre- sonrió con una hermosa sonrisa. -Me llamo Erika-. -Vaya… no creí que tuvieras esa reacción… por lo general la gente suele gritar y correr…- -Estoy cansada- cortó a Jared- simplemente quiero saber que está pasando, aunque saber la verdad me duela…- una lágrima comenzó a asomar del ojo derecho de la joven. -Me gustaría no ser yo quien tuviera que contarte la verdad, porque no sabes cuan dolorosa es-. El joven esperó alguna respuesta, pero solo obtuvo silencio. -Supongo que debo empezar por el principio… ¿sabes lo que es un súcubo?-. -Nunca lo había oído…- la joven se había sentado en el suelo, cansada. Antes de continuar con las explicaciones, Jared se sentó a su lado. -Bien, mi joven Erika, un súcubo, por así decirlo, es un demonio con forma de mujer. Poseen enormes alas escamosas y cola, pero a pesar de todo, de una belleza sobrenatural. Para una primera explicación no está mal, aunque estos hermosos seres implican muchas cosas más-. - ¿Porqué me estas contando todo esto? El vampiro miró a la humana con ternura. -El destino es cruel… Mi amo, soberano de un gran clan de vampiros, posee un gran número de súcubos solo para su deleite. Él me pidió buscar a una joven, a una hermosa joven y que la enseñara… la enseñara a comportarse, a ser una verdadera dama, que supiera ser una verdadera súcubo… para unirse a su colección- el vampiro rodeó con el brazo a Erika- y tú Erika, eres esa nueva súcubo…-.

relato a la luna



Desde que tengo memoria me he preguntado, el porque del poder de la Luna sobre el ser humano, no en su forma de influencia sobre la tierra, sino, sobre cualquier ser humano que levante la vista en una noche cualquiera

Me pregunto, que poder posee la Luna sobre el amor y los enamorados, que pocos momentos en los que está no estuvo presente superan a otros, momentos ideales, de enseño y fantasía, momentos inauditos que se comparten en pareja bajo la única luz que realmente importa de noche.

He escuchado cosas sobre cada fase de la Luna, y que esperar de ella durante determinada fase; me han hablado de la forma en que se refleja la energía de la tierra sobre el cielo y contra el brillo de la Luna

Que tiene la Luna, que a nadie desagrada, y que muchos amamos observar, que tiene que no importa en donde o con quién compartamos su visión, que siempre se siente distinta, siempre es única a pesar de ser siempre la misma Luna.

Que tiene la Luna que me hace sentir protegido, que me recuerda aún en mis momentos de soledad que no estoy sólo, que tiene que amo observarla y el tiempo parece detenerse cuando lo hago, porque cuando está llena es cuando más deseo compartir mis sentimientos y mis emociones, compartirla con todo aquel a quién quiero, amo y aprecio.